Cómo los rituales pueden ayudar en la vida diaria
Todos lo conocen, amuletos de la suerte, mascotas, accesorios específicos, prendas de vestir con los que nos sentimos más seguros en situaciones particulares.
También hay ejemplos famosos suficientes al respecto: Keith Richards come un Shepherd's Pie antes de cada actuación, el cual él mismo debe cortar. Adrian Mutu (futbolista): "Los malos augurios no pueden afectarme porque llevo mi ropa interior del lado izquierdo." o John Terry (futbolista) escucha la misma CD antes de cada juego, estaciona su auto en el mismo lugar y envuelve sus calcetines con cintas de la misma manera antes de cada partido.
Lo que antes consideraba como una superstición inútil, una manera de calmar la ansiedad sin sentido, puede interpretarse de manera diferente. El ritual no solo es legítimo como una herramienta para la seguridad emocional, sino que también gestos y rutinas constantes colocan nuestro cerebro en una disposición favorable para abordar una tarea específica. La concentración y el enfoque están condicionados a la tarea que sigue y pueden ser mejorados mediante estos "anclajes".
Recuerdo que, cuando era estudiante, me equipaba con ciertos "insignias de estudio" cuando me preparaba para un examen. Me ponía unas gafas enormes de los años 70 que ya no usaba mi madre (sin cristales) y colocaba una bolsa de ositos de goma y un vaso de yogur de mango en mi escritorio, de donde me premiaba con cucharadas por secciones de estudio completadas.
El mismo propósito cumple usar ropa de limpieza especial para prepararse mentalmente para las tareas de ordenar y limpiar, como se recomienda en un libro para manejar mejor el caos doméstico.
Podemos aprovechar esta peculiaridad del cerebro utilizando conscientemente estos pequeños rituales para enfrentar tareas difíciles recurrentes.